Tener los pies fríos está relacionado con la mala circulación y con la predisposición a sufrir inflamación de amígdalas y faringe, dolores de cabeza y resfriados, los pies fríos se interpretan como el resultado de un desequilibrio térmico que afecta a todo el organismo. Puesto que la afluencia de sangre es la que da el calor a la zona irrigada, los pies fríos nos dicen que la sangre que falta en las extremidades está acumulada en otras partes del cuerpo: vísceras abdominales y especialmente tórax y cabeza.
Para combatir los pies fríos crónicos, contamos con los estímulos que ofrece la naturaleza. Unos sencillos consejos y hábitos de vida pueden ser de gran ayuda para acabar con este problema.
- Estimular sus zonas reflejas. Consiste, mientras estamos sentados, en pisar una pelota de tenis o similar haciéndola rodar, o masajearlos con rodillos de madera especiales para reflexoterapia.
- Realizar actividad física regular. La práctica de un deporte, es un buen recurso para ejercitar la musculatura vascular y la del resto de músculos del organismo. Estos reciben e impulsan con fuerza la sangre a su vez hacia las extremidades y la superficie del cuerpo, lo que ayuda a nutrir la piel y a corregir este desequilibrio térmico, que suele ser muy molesto para quien lo padece.