La vitamina C o ácido ascórbico aporta importantes beneficios para el organismo ya que contribuye a su crecimiento y desarrollo. Este micronutriente posee cualidades que lo hacen apto para consumirlo en invierno o cualquier otra época del año.
Es una vitamina que ayuda en varios aspectos relacionados, por ejemplo, con la reparación de los tejidos y su crecimiento. Así, facilita el que las heridas se curen y repara el tejido cicatricial. Mantiene el cartílago, los huesos y las estructuras dentales y, además, contribuye a la formación de colágeno y ayuda a la absorción de hierro.
Otra característica importante de esta vitamina es su papel antioxidante, es decir, protege a las células de los radicales libres. A estos se les relaciona con el envejecimiento y la aparición de algunas enfermedades.
Las personas que consumen vitamina C en forma de suplementos con regularidad tienen resfriados más cortos o con síntomas algo más leves y las que tienen una deficiencia de esta vitamina pueden experimentar algunos problemas de salud, como escorbuto, anemia o encías sangrantes.
Esta vitamina se puede adquirir por medio de la alimentación o suplementos y no es acumulable. Las recomendaciones de ingesta diaria son aproximadamente 60 mg/día para los adultosy puedes encontrarla de forma natural en los cítricos, los tomates, los pimientos, el brócoli, las espinacas, las naranjas, el kiwi o pomelos.
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